Dibujo de Schnorr von Carolsfeld.
Si tuviera que calificar lo que vamos a escuchar hoy lo haría de "sublime".
Según la RAE, sublime significa excelso, eminente, de elevación extraordinaria. U. m. en sent. fig. apl. a cosas morales o intelectuales. Se dice especialmente de las concepciones mentales y de las producciones literarias y artísticas.
Lo sublime es una categoría estética, derivada principalmente de la obra Περὶ ὕψους ("Sobre lo sublime") del poco conocido escritor griego Longino (o Pseudo-Longino), y que consiste fundamentalmente en una belleza extrema, capaz de llevar al espectador a un éxtasis más allá de su racionalidad, o incluso de provocar dolor por ser imposible de asimilar.... Se caracteriza por una belleza extrema, que produce en el que la percibe una pérdida de la racionalidad, una identificación total con el proceso creativo del artista y un gran placer estético. En ciertos casos, lo sublime puede ser tan puramente bello que produce dolor en vez de placer. Una obra sublime tiene grandeza, no depende de la forma, prescinde de opiniones, se dirige más al interior, a una actitud psicológica. Lo sublime se relaciona con la belleza porque sobrepasa sus límites.
Todo esto, para introducir el segundo movimiento del Concierto para piano nº5 "Emperador" en Mi bemol mayor de Ludwig van Beethoven.
Escrito en 1809 y dedicado al archiduque Rodolfo de Austria, se divide en tres movimientos: Allegro - Adagio un poco mosso - Rondo allegro. Fue estrenado en Viena en 1812 por su discípulo, amigo y extraordinario pianista Carl Czerny (muy conocido también por los estudiantes de piano) y sobre él escribió Edouard Herriot (biógrafo):
Es una obra formidable, superabundante de pensamientos, cuya inmensidad se revela ya en la primera frase confiada al piano.
Escrito en 1809 y dedicado al archiduque Rodolfo de Austria, se divide en tres movimientos: Allegro - Adagio un poco mosso - Rondo allegro. Fue estrenado en Viena en 1812 por su discípulo, amigo y extraordinario pianista Carl Czerny (muy conocido también por los estudiantes de piano) y sobre él escribió Edouard Herriot (biógrafo):
Es una obra formidable, superabundante de pensamientos, cuya inmensidad se revela ya en la primera frase confiada al piano.
Escuchemos ahora esta música que - como habréis adivinado - me parece de una extremada belleza - sublime, claro -. Si no compartís mi opinión probad a escucharla atentamente varias veces y...ya me diréis.
El maestro Leonard Bernstein dirige al gran pianista Krystian Zimerman y a la Filarmónica de Viena.
El vídeo termina con la introducción del impresionante tercer movimiento (rondó) que va encadenado al segundo y que dejamos para otra ocasión. (Los melómanos podéis seguirlo en youtube, donde está el concierto completo).
Aquí, otra versión en un montaje sobre imágenes del compositor.
Aclaración: si se llama El emperador a este concierto, se debe a su magnificencia.
Entradas relacionadas: ÉRASE UNA VEZ BEETHOVENEl vídeo termina con la introducción del impresionante tercer movimiento (rondó) que va encadenado al segundo y que dejamos para otra ocasión. (Los melómanos podéis seguirlo en youtube, donde está el concierto completo).
Aquí, otra versión en un montaje sobre imágenes del compositor.
Aclaración: si se llama El emperador a este concierto, se debe a su magnificencia.
LolaMU:
ResponderEliminarSe me viene a la cabeza cuando era muy jovencito y empezaba a descubrir la música clásica y me iba encontrando con maravillas como esta. Cuando empieza el piano es de lo más "sublime" que yo he oído. Y yo estaba equivocado y pensaba que el título era por Napoleón, pero hoy he aprendido que no.
Besos
Enrique: es una maravilla que no cansa ¿verdad? En cuanto a lo de Napoleón, le pasa a mucha gente y es normal; todo el mundo sabe de la admiración que Beethoven le profesó, pero quizás no se sepa tanto de su posterior desengaño. (La autocoronación de Napoleón le pareció una traición a los ideales revolucionarios que tanto admiraba, por eso retiró la dedicatoria de la Heroica).
ResponderEliminarBueno, muchos besos y perdón por el rollo.
Que de la dulzura del tema cantábile del adagio se transite sin interrupción al Rondó del tercer movimiento, de manera tan natural, es otra razón para considerar sublime este concierto “imperial”.
ResponderEliminarBicos, excelsa Lola.
"¡Sublime!"
ResponderEliminarEfectivamente, Lola, creo que no hay otra palabra mejor para expresar las emociones y los sentimientos que provocan las notas, no sé si magistrales o mágicas, que acabo de escuchar. Pero, en este caso, cada una de las palabras que tú has escrito elevan esta entrada a esa misma categoría: ¡Sublime!
Gracias por todo y muchos besos.
Sublime, maravilloso, Beethoven.
ResponderEliminarGrandiosa selección para este día. Gracias por esta nota que hace todavía más interesante la obra del artista.
Un cariñoso abrazo, Lola MU, también por este día de San Valentín.
Tienes razón, José Manuel; es inusual la continuidad entre movimientos en las formas clásicas (me refiero al clasicismo, claro) y , sobre todo, con la maestría con la que Beethoven lo hace aquí transformando inesperadamente las aguas tranquilas en un auténtico torrente.
ResponderEliminarBicos
(Te agradezco el calificativo aunque no me parezca adecuado en absoluto; me queda muy grande, je, je).
Pues tan magistrales como mágicas, Francisco. Dicen que Beethoven elaboraba con absoluta minuciosidad y mucho esfuerzo sus melodías y desde luego, en este caso (y en muchos otros, claro) el resultado no pudo ser mejor. Respecto de la entrada... preferiría que fuera algo mas "subliminal" y que se colase en las mentes de los alumnos que puedan pasar por aquí.
ResponderEliminarGracias a ti; un beso.
A mi también me parece grandiosa, María Eugenia; con frecuencia siento que me excedo en los calificativos, pero creo que en esta ocasión no caben otros posibles.
ResponderEliminarMi cariño y mi gratitud por tu transatlántica visita.
Está claro que tengo un problema con los comentarios: no ha salido el que te puse ayer. No puedo menos que estar de acuerdo contigo en tus apreciaciones: es maravilloso. Yo, como, la mayoría, también pensaba que el emperador de marras era Napoleón...Besos!!
ResponderEliminarQué molestos fallos estos de blogger, Carlota; ya siento que tengas que estar repitiendo las cosas ¡como en clase, je,je! pero lo cierto es que te lo agradezco mucho; ya sabes que no paso página hasta que no te veo. Por cierto, me encanta tu nueva foto.Un beso.
ResponderEliminarNo hay palabras...Gracias Lola Mu
ResponderEliminarEn la ciudad de Viena, compone el gran Beethoven su Séptima Sinfonía, durante el Congreso de Viena en 1815;invitado por el canciller Metternich para llenar de placer con su música a los políticos representantes de las grandes potencias, después del destierro de Napoleón.Beso
¡Menuda sinfonía maravillosa la séptima! Con ella me inicié en la música clásica (durante unas terribles anginas allá por la mas tierna adolescencia) y por ella caí rendida a los pies de Beethoven para siempre. Gracias M.J. Rizos por tu visita ¡qué suerte compartir las devociones!
ResponderEliminarBicos
Gracias Lola por tus palabras de apoyo, por tu música y por mantener viva la cultura clásica a través de ella (ya he visto varias entradas en las que relacionas la música con algún referente clásico).
ResponderEliminarSon tiempos difíciles para las materias que imparto pero ayuda mucho que existan compañeros como tú que las valoran.
También a mí me ha parecido sublime la pieza que has seleccionado para esta entrada.Un afectuoso saludo.
Gracias a ti, Marisa, por tu comentario y por tu labor; estoy segura de que todos los que pasamos por aquí estamos a favor de las lenguas y la cultura Clásicas. No desesperes y sigue defendiéndolas y mostrando su importancia y la necesidad que hay de conocerlas.
ResponderEliminarSaludos solidarios.