Ojos cerrados Odilon Redon (1890). Musée d'Orsay
El arte, como la música, se sitúa en el mundo ambiguo de lo indeterminado [...] se ha de buscar lo que supere, ilumine o amplifique el objeto y eleve el espíritu a la región del misterio, a la perturbación de lo irresoluto y su deliciosa inquietud.
(Odilon Redon)
Como ocurre con el Romanticismo, la predilección por la imaginación y lo fantástico caracterizará también al simbolismo. Este movimiento, literario en sus inicios, no tardó en extenderse a la pintura en la obra de artistas como Odilon Redon (1840- 1916), (cuya obra pudimos disfrutar la pasada primavera en Madrid). De raíces claramente románticas, insistimos, y precursor del surrealismo, el simbolismo buscó la evasión de la realidad, el sueño, la sugestión, la evocación y el misterio. Y ciertamente resulta misterioso el rostro que nos ocupa hoy; tiene los ojos cerrados, parece que duerme, o quizás no, quizás solo escucha y sueña.
Hay músicas que deben escucharse con los ojos cerrados; lo requieren, casi lo exigen. La obra que os presento a continuación bien podría ser una de ellas. Fue compuesta por Johannes Brahms (1833 - 1897) en el verano de 1883 . Se trata del tercer movimiento de su tercera sinfonía Op. 90 en Fa Mayor.
Hemos insistido mucho desde el comienzo del curso en cómo el Romanticismo perseguía la libertad, exaltaba la individualidad y gustaba de lo remoto, lo extraño, lo inalcanzable, en contraposición a los ideales clásicos de orden, equilibrio y perfección (lo dionisíaco frente a lo apolíneo, una vez más).
Brahms, sin embargo, intentará conciliar ambas corrientes, de manera que pese al clasicismo formal que caracteriza sus sinfonías y que las define como música absoluta (alejadas de "programas" literarios y de la excesiva expresividad sentimental) conseguirá, sin proponerselo quizás, unas obras románticas en su sonoridad, intensidad y misterio.
Músico de difícil comprensión donde los haya [...] amante del sosiego, de la música y de la cerveza, que llevó una vida modesta y solitaria y que no conoce las pasiones exaltadas de los románticos...
Johannes Brahms
Procedencia de la imagen
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Váis a ver, pues, cómo la música de Brahms alcanza ese objetivo tan lúcidamente señalado por su coetáneo Odilon Redon, "elevando nuestro espíritu a la región del misterio".
Cerremos los ojos para comprobarlo.
Aquí dirige Wilhelm Furtwängler en una grabación histórica y en directo.
Y ahora, después de tal maravilla, podemos abrir los ojos de nuevo y sonreir....¡como la araña!
Odilon Redon. Araña sonriente. 1881. Musée d'Orsay
Para los melómanos:
La obra COMPLETA en los cuatro movimientos propios de la sinfonía clásica: Allegro con brio, Andante, Poco allegretto y Allegro
Enlaces de interés:
American Brahms society
Fundación MAPFRE: Odilon Redon (1840-1916)
Fuentes y bibliografía:
Alicia Suárez y Mercè Vidal. Historia Universal de arte. El siglo XX.
Massimo Mila. Breve historia de la música
Reconozco que Brahms es un músico que tardó en penetrarme (al principio llegué a evitar su música, me parecía insulsa y fría, incluso repulsiva). Ahora es uno de mis compositores preferidos. Creo haber llegado a comprender la equilibrada belleza de su sonoridad, su variada armonía, su magistral dominio de las formas sonoras, donde la música escénica no tiene cabida (para él, "ni ópera ni matrimonio"). Su romanticismo es contenido, pero no frío; es como si quisiera reservarse parte de su yo más íntimo (parece el reverso de Tchaikovsky o Rachmaninov, que se desnudan sin pudor). Tengo especial predilección por la Primera Sinfonía vaya final), el Doble Concierto, Las Variaciones sobre un tema de Haydn, el Segundo Concierto para Piano, el Réquiem Alemán y el Quinteto para Clarinete y Cuerdas, sin olvidar sus lieder. Hoy, querida Lola, podría decir que no puedo vivir sin Brahms.
ResponderEliminarBesos.
No es un músico "fácil", José Manuel, pero afortunadamente la variedad de sus obras nos permite ir aproximándonos poco a poco, de tal extraña manera que, al final, las que más nos gustan son las más complicadas. Tienes razón: su música es de una profundidad extremada.
EliminarUn abrazo.
Extraordinario como siempre, Lola, nos tienes mal acostumbrados. Voy con mis nostalgias. Conoces, no me cabe la menor duda, un disco mítico que se llamaba "La casa de San Jamás" del grupo Aguaviva y por tanto recordarás que hay allí una canción que de titulaba "Canción del soñador", era de José Antonio Muñoz y que empezaba con esas palabras: "Con los ojos cerrados". Aquí dejo un enlace de un blog que nos recuerda la letra: http://pensamientosantropologicos.blogspot.com.es/2012/11/bosquejo-del-tema-y-sus-contornos.html
ResponderEliminarOtrosí digo. Esta música de Brahms tan maravillosa fue el tema de una película super-romántica y un pelín melancólica protagonizada por Ingrid Bergman y Anthony Perkins, que gira en torno al enamoramiento entre un hombre joven y una mujer bastante mayor que él. ¿Dónde está el conflicto? En que él está perdidamente enamorado y ella, más experimentada, trata de cortar la historia, temerosa de que la diferencia de edad la haga poco viable. En español creo que se tituló "No me digas adiós", y en inglés fue "Goodbye again", pero me parece que se basaba en una novela titulada "Do you like Brahms?", y es que el flechazo casual entre ambos surge por la común devoción hacia Brahms, así que, Pepe, desde aquí te lo digo: si no puedes vivir sin Brahms, ten cuidado si se te aproxima una bella mujer con la misma dolencia, los resultados pueden ser dramáticos.
Pablo, ya sabes que las palabras escritas toman la fuerza de quien las lee. Y donde acaban las palabras, da comienzo la música. En cualquier caso, ¿qué mejor que morir de amor? (A... lo que quieras)
EliminarTe confieso, Guachimán, que de Aguaviva solo recuerdo los "Poetas andaluces". "La casa de San Jamás", según he podido ver, es de 1972; por aquel entonces tenía once años y, por lo visto, no me enteraba de nada, je, je. En cuanto a la película, te diré que tampoco recuerdo haberla visto. Como verás, todavía tengo mucho que aprender, mucho que ver y mucho que oir. En cualquier caso, he tomado buena nota, profe, y sabes que soy una alumna muy aplicada.
EliminarUn abrazo.
Yo estaba dándole vueltas a la película, pero El Guachimán me lo ha solucionado. Es una música sugerente y evocadora, más si cabe con los ojos cerrados, jejeje, como dices. Las pinturas que has escogido para ilustrar la entrada me parecen acertadísimas, compañera. Por si fuera poco, los comentaristas son un lujo. Una delicia para despedir el otoño...(en clave simbolista y literal :)
ResponderEliminarGracias Calota. Yo, lo que estoy deseando de verdad es despedir el trimestre ¡ya no puedo más! ¡qué paliza! Creo que, a falta de un spa...obras como ésta son un buen refugio para el descanso.
EliminarYa queda poco. Nos vemos mañana :)
LolaMU:
ResponderEliminarNo te puedo decir que Brahms me haya despertado pasiones irrefrenables, lo que no quiere decir que no me guste; me gusta y mucho y fui entrando en él gracias a cosas que conocía de oír en los sitios más insospechados, cine, radio, anuncios, televisión. Y no me arrastraba, ni hacía que me despeinara, tipo Beethoven, pero era como el flautista que te hechiza suavemente y se apodera de ti. Y así sigue y así quiero que siga, independientemente de la fuerza que en muchos momentos tiene su música.
Besos
Pues dejémonos hechizar, Enrique. Poco a poco no hemos ido haciendo más exquisitos en esto de la melomanía. Por si acaso, te dejo el principio de la cuarta sinfonía, a ver qué te parece.(Ya sabes, con cascos y con los ojos cerrados)
EliminarUn beso.
https://www.youtube.com/watch?v=jfSitYA-szU