lunes, 31 de mayo de 2010

DESPEDIDA DE LA PRIMAVERA

Robert Schumann (1810 - 1856)

"Uno de los más prodigiosos poetas de la historia de la música "(Claude Rostand)

La primavera parece tocar a su fin a juzgar por el calor de estos últimos días, así que nos preparamos para decirle adiós. Si en marzo la recibíamos con un madrigal de Monteverdi, en junio vamos a despedirla con la primera sinfonía de Robert Schumann, también titulada Primavera.

De la biografía de Schumann quisiera destacar dos hechos, aparentemente anecdóticos, pero fundamentales, que marcaron su trayectoria musical y su posterior trascendencia histórica y artística: de un lado la lesión en su mano derecha que truncaría su carrera pianística y que lo condujo a centrarse en una constante e intensa actividad compositiva, y de otro, su matrimonio con Clara Wiek, la pianista y compositora que se dedicó por entero a interpretar y difundir la obra de su marido.

Estudioso y cultivado, su profundo conocimiento de la literatura y la relación de su música con ella, queda de manifiesto en los títulos y en los textos de sus colecciones y obras, evocadores de auténticas fantasías poéticas: Papillons, Carnaval, Escenas Infantiles, Álbum para la juventud, Vida amorosa de una mujer, Amores de poeta, Genoveva, Fausto....Dirigió durante una década el Nuevo periódico musical de Leipzig desarrollando una importante actividad periodística y literaria; sus ensayos y reseñas constituyeron una importante fuerza progresista en el movimiento romántico. Sobre este particular escribiría Alejo Carpentier en 1956, con ocasión del primer centenario de su muerte:

Sus artículos eran breves, tajantes, de una implacable dureza.....pero, releídos en la distancia, asombran por lo acertados.... (Ese músico que llevo dentro)

Las diferentes facetas de su compleja personalidad se manifestaban tanto en sus escritos - donde nos lo encontramos bajo la forma de unos personajes inmaginarios: el impulsivo Florestán, el poético Eusebius y el sabio Raro - como en su música, que en palabras de D.J.Grout:

encarna más plenamente que la de cualquier otro compositor las profundidades, contradicciones y tensiones del espíritu romántico; es alternativamente ardiente y soñadora, vehemente y visionaria, extravagante y erudita.

Estaríamos años hablando de su estilo, de sus obras, de su enfermedad mental y de su tristísimo final, pero por hoy nos quedaremos con el cuarto movimiento de su primera sinfonía (1841), subtitulado precisamente Despedida de la primavera. Interpreta la Filarmónica de Berlín bajo la dirección de H. von Karajan.



Entroncando con el Plátano del otro día y aprovechando alguna de vuestras sugerencias, os propongo además un ejercicio de audición: escucharemos Der Nussbaum (El nogal), lied perteneciente al ciclo titulado Mirtos Op. 25 (1840) - álbum de 26 lieder dedicados a su esposa Clara - y la primera de sus pianísticas Escenas de niños titulada De tierras y gentes lejanas. Prestad atención a la melodía del primer vídeo (en el piano)....a ver si la encontráis en el segundo.






Para los melómanos, la obra completa.


Robert Schumann nació en 1810; el próximo martes 8 de junio se cumplirán doscientos años.

13 comentarios:

  1. Pues me ha costado un poco, no te creas, es que no ando muy fina que digamos. Sí que es triste acabar así, ¿será el exceso de lucidez? No sé, no sé. Nosotros tenemos la suerte de disfrutar con su música. Como siempre, esos guiños tuyos a la literatura...

    ResponderEliminar
  2. Precioso Horowitz
    Interesante el blog de José Manuel Brea.
    Incapaz de encontrar la voz en el segundo video, soy dura de oido!!
    Por deformación profesional si hay equilibrio no hay movimiento, si no hay movimiento no hay avance, en la dirección o sentido que sea.
    Me ha encantado esta entrada, lástima que la primavera pase de puntillas y sin apenas notarse.

    ResponderEliminar
  3. Bueno Carlota, no es fácil así, de buenas a primeras, pero está bien practicar, je, je. A lo mejor tuvo que ver en sus transtornos esa lucidez de la que hablas; según dicen los que saben, él sentía que no había logrado su propósito; quiso "revolucionar" la música sin conseguirlo plenamente y era totalmente consciente de ello. A veces los artistas tienen muy claro lo que quieren hacer y sin embargo no lo consiguen y sufren por ello, aunque el resultado de su esfuerzo sea maravilloso para el resto de los mortales.
    Bueno; corto el rollo.
    Un beso.

    ResponderEliminar
  4. Bego, aunque pase de puntillas da mucho juego ¿verdad?; en cuanto a reconocer la melodía, es cuestión de escucharlas un par de veces más y oirás cómo empiezan igual. Me alegra saber que te gusta la entrada, temía que pareciese algo farragosa porque, como bien sabes, es difícil contar mucho en poco espacio y Schumann es inmenso.
    Muchas gracias y muchos besos.

    ResponderEliminar
  5. ¡Vaya entrada de categoría, Lola!
    Primero, por la MÚSICA, como debe ser. Pero no le van a la zaga su excelente exposición literaria y, en este caso, con la inestimable colaboración del Dr. Brea, también las referencias médicas que, como sabes, son mi debilidad.
    Lamento no haber visto esta entrada hasta hoy, porque he estado desconectado de Internet (cosa increíble) pero con entradas como ésta se despide mejor a la primavera y se soportan mejor los calores del verano.
    ¡Qué magnífico homenaje para el bicentenario de Schumann!
    Gracias Lola.

    ResponderEliminar
  6. Pero qué exagerado eres Francisco, ¡pareces andaluz! ja, ja. Que sepas que también enlacé tu blog en la entrada de Mahler, ¡tenéis una verdadera mina de casos patológicos entre los músicos!
    Muchas gracias a ti por asomarte.

    ResponderEliminar
  7. Espero no haberte molestado Francisco, me encantan los andaluces, de hecho soy hija, nieta.... de andaluces y siempre he lamentado no serlo yo misma. Muchas gracias de nuevo por tus preciosas palabras. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  8. Querida Lola:
    No tienes que disculparte porque no me has molestado en absoluto. Los andaluces somos tan buenos como los que no son andaluces. Algunos tenemos la suerte de vivir en esta preciosa tierra; pero a mí, particularmente, lo que más me gusta del "ser-andaluz" es nuestro sentido del humor, que forma parte del carácter de este pueblo... Y a ti se te nota tu sangre andaluza. Así se explica que seas tan estupenda...
    ¡Oye! Y de exageración "ná de ná".
    Un beso.

    ResponderEliminar
  9. LolaMU:
    No quería hacerte ningún comentario sin haber visto todos los vídeos. Y en estos días que yo tenía mi guerra por otro lado, al mismo tiempo que veía otros bolgs, he tenido la música de fondo y no te puedes imaginar la paz que me ha producido. Eso sí lo de la voz es para personas cualificadas, no para algunos como yo.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  10. Tú estás perfectamente cualificado Enrique, otra cosa es que no tengas el tiempo necesario o la ocasión de concentrarte lo suficiente. Ya vendrán tiempos más tranquilos. Muchas gracias por venir pese a tus ocupaciones; ya sabes que me encanta verte por aquí, tanto como que te sirvan mis propuestas para relajarte un poco.
    Un abrazo para ti también.

    ResponderEliminar
  11. Querida Lola: hace días que paso por aquí, pero estoy tan liada y tan estresada que no he tenido tiempo hasta ahora de quedarme a escuchar esta música maravillosa. La verdad es que no cuesta nada despedirse de la primavera cuando lo que hay en el horizonte es el verano, tan lleno de promesas (de calor, de descanso, de tiempo libre para hacer todo lo que no podemos hacer a nuestras anchas durante el año).
    Como yo casi todo lo que sé (que no es mucho, ciertamente) lo sé a través de la poesía (es un vicio terrible, voy a tener que hacérmelo mirar), te dejo un poema de José Hierro a través del cual se vislumbra una historia de amor (no sé si imposible) entre Clara Schumann y Brahms. Lo más hermoso es que en ese amor se deja entrever un amor más fuerte: el que ambos sentían por el protagonista de esta entrada.
    Un abrazo.


    BRAHMS, CLARA, SCHUMANN

    Eres mi amor, Paula, mi amor, Paula. Clara quise decir.
    Y cuáto tiempo Paula, digo Clara,
    sin ti y sin mí. Las diligencias parten sin tí y sin mí.
    O a ti te llevan hacia el norte, hacia el pobre Roberto.
    A mí, hacia el sur, contigo, hacia el sur,
    donde ya no estabas, donde nunca estarías.
    Ahora he tomado el tren para decirte adiós.
    Y sueño, sueño mío.

    Cerré los ojos, deslumbrado por la memoria.
    Apreté la cintura del paisaje, recorrí sus caderas,
    miré sus ojos verdes, ceniza con sentido.
    Tendía el cielo su metal hermético.
    Y se superpusieron mediterráneos y cantábricos,
    cipreses respirados desde un sótano,
    casi a vista de muerto, y jazmineros.
    Después, las cosas y sus nombres
    perdieron sus contornos, sus significación
    y fueron nada más que ritmo, aronía viajera
    liberada de los instrumentos que le dieron su carne.

    No queda nadie ya que pueda perdonarte,
    que pueda perdonarme, perdonarnos.
    Nadie que pueda rescatar los besos que se pudren
    sobre Roberto y su locura piadosa.
    Ahora que voy a ti, a encontrarte en la aduana de la muerte,
    pienso, Clara, amor mío, que cuando nos besábamos
    era a Roberto a quien besábamos, al engañado
    hijo de nuestro amor. Él murió un día.
    Su esposa, tú, amor mío, Clara, tambien has muerto ahora.
    Yo tomé el tren para encontrarme en la frontera
    para decirte adiós desde el lado de acá de la muerte,
    amor de mi vida.
    Pero nunca llegaré a ti.
    El viejo Brahms es viejo, y está gordo.
    Me he quedado dormido y me he pasado de estación.
    ¿Comprendes, amor mío, que nunca llegaré a tu lado
    por culpa de este sueño, que es mi bálsamo y mi enemigo?
    Ya nunca llegaré a tu lado.
    Puede ser, amor mío, que no te amara ya,
    que no te hubiese amado nunca,
    que sólo hubiese amado a mi propio amor,
    al amor que te tuve, Clara, amor mío.

    (José Hierro, de Agenda, 1994)

    ResponderEliminar
  12. ¡Ay Biblos, qué poema!
    Realmente tuvo que ser especial la relación de Schumann con Brahms: Robert vislumbró en el joven Johannes al artífice de esa renovación musical que él no se veía capaz de materializar. En cuanto al poema... me resulta conmovedor; tal y como la presenta José Hierro, esa supuesta relación amorosa (no está demostrada) me parece muy hermosa. ¡Qué tendrá la poesía que todo lo embellece!
    Adoro estas colaboraciones tuyas. Muchas gracias y muchos besos.

    PD: ¿sabes? ¡conocí a José Hierro en el Instituto! Vino a un encuentro literario de esos que tanto nos gusta organizar (Cuando todavía se fumaba y se bebía cervecita en la cafetería ¡Qué tiempos!)

    ResponderEliminar
  13. Fe de erratas...¡y errores!
    Acabo de descubrir la razón de que nadie encuentre parecido musical entre las dos obras propuestas y he rectificado el texto. Por un estúpido error os he dicho que os fijaseis en "la voz" cuando la semejanza está en el piano acompañante.
    Siento mucho haberos confundido, ya no sé dónde tengo la cabeza...ni la oreja :(

    ResponderEliminar