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Hace años, una noche en el campo mientras contemplaba un cielo puro y rico de estrellas, oí entre las hierbas oscuras el son metálico de los élitros de un grillo. Había una extraña correspondencia entre la palpitación nocturna del firmamento y la musiquilla del insecto. Escribí estas líneas:
Es grande el cielo
y arriba siembran mundos.
Imperturbable,
prosigue en tanta noche
el grillo berbiquí.
Octavio Paz (Brindis Estocolmo 1990)
Evocador y entrañable para unos, exasperante para otros, el canto del grillo, que nos devuelve a muchos los veranos de infancia y la paz del campo y que protagoniza más de una canción popular, tiene su sitio también en el mundo de la música clásica. Los ejemplos que vamos a mostrar son, como el insecto, pequeños pero poderosos, representativos ambos de dos periodos esenciales en la historia de la música: el Renacimiento y el Barroco.
Comenzamos cronológicamente con la popular frottola (canción Italiana a cuatro voces de carácter sencillo y homofónico) que compusiera uno de los más grandes músicos de la historia, al que Martín Lutero llamó "amo de las notas": Josquin des Prez. Este compositor polifonista francoflamenco que pasó parte de su vida en Italia gozando de una fama extraordinaria se caracterizó por dotar a sus obras de una expresividad inusual procurando adecuar la música al significado de las palabras e inspirando así lo que se llamaría música reservata (no hay que olvidar que aquella era la época del complejo contrapunto en el que con frecuencia el sentido del texto llegaba a diluirse).
La canción, del siglo XVI, es una simpática y descriptiva alabanza del grillo y de su canto y se titula El grillo.
El grillo, el grillo è buon cantore
Che tiene longo verso
Dalle (dalle) beve (beve) grillo (grillo) canta (canta)
Dalle dalle, beve beve, grillo grilo, canta.
Ma non fa come gli altri uccelli,
come li han cantato un poco
van` de fatto in altro loco,
sempre el grillo sta pur saldo
Quando la maggior è [l`] caldo
alhor canta sol per amore.
El segundo ejemplo nos sitúa ya en pleno siglo XVIII y es la famosa Sinfonía El Grillo de George Philiph Telemann. El prolífico alemán hace gala de su genio y de su sentido del humor en esta obra que es en realidad un concierto orquestal al más puro estilo barroco (con bajo continuo, repeticiones, imitaciones, ritmo marcado, ritornello...) en el que tienen gran protagonismo los instrumentos de viento; esto puede apreciarse en los solos de flauta, oboe o fagot.
Esta delicia en Sol mayor se estructura en tres breves movimientos que el propio Telemann denominó así: Algo animado, Insignificante y Presto.
¡Feliz comienzo de curso!
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