Como podréis intuir no es precisamente el Jarama el protagonista de nuestra entrada, aunque bien merecería ser dedicatario de una obra musical porque belleza y encanto no le faltan. La atención musical de nuestro compositor de hoy se centró en el río de su tierra: el Moldava.
Bedrich Smetana (1824-1884), considerado el iniciador de la escuela nacionalista checa, compuso en 1875 El Moldava (Vltava), una obra dedicada, como ya habréis supuesto, al río que cruza Bohemia y desemboca en el Elba bañando a su paso, la ciudad de Praga. Se trata del segundo de los seis poemas sinfónicos que conforman una suite orquestal titulada Mi patria (Ma Vlast).
El poema sinfónico es una forma musical surgida en el romanticismo dentro de la tendencia denominada Música programática (música instrumental asociada a un tema poético, descriptivo o incluso narrativo; literario, en suma). Esta evita la mera imitación sonora tal y como la hiciera el barroco (recordad las "descripciones" de Vivaldi, por ejemplo) buscando más la sugerencia imaginativa. En ella , la música es un vehículo para la expresión de ideas asociadas a un programa literario que, a veces incluso acompaña físicamente a la composición.
Pues bien; nuestro recorrido musicofluvial por el Moldava se inicia en sus fuentes (regueros y murmullo de agua) emuladas por los arabescos de la flauta y el viento iniciales; la cuerda en graves pronto deja paso al gran tema principal: el río (en la orquesta). A lo largo de su curso "veremos" escenas de caza, bodas campesinas, danzas populares y un claro de luna antes de la vuelta al tema principal en el curso bajo (ya muy ancho), y finalmente grande y majestuoso en la desembocadura.
Smetana manifiesta ese nacionalismo musical al que nos hemos referido al principio en la elección de temas precisamente nacionales para sus obras y en el uso de melodías folklóricas y ritmos de danzas populares.
Observad cómo el tema del río - en modo menor desde su inicio - se escucha grandioso en modo mayor al final de la obra (menos melancólico, más resolutivo y optimista).
La versión es antigua pero magnífica (sabéis que me gusta mostraros a los músicos en acción); es la misma que escuché por primera vez en el disco de mi adolescencia y me ha hecho ilusión encontrarla.
Disfrutad de este derroche de melodía y sonoridad románticas; es una maravilla.
Os dejo esta fotillo del auténtico protagonista, nada que ver ¿verdad?
LolaMU:
ResponderEliminarDirás que soy un tonto o un iluso, pero ¿te quieres creer que cuando mi santa y yo estuvimos en Praga miraba al río esperando oír esta música? Miraba las pequeñas cascadas y las terrazas que había en una de las orillas, pero nada; igual es que tampoco me concentraba demasiado. Si es que soy un inconstante.
Besos
La dirección del prematuramente desaparecido Ferenc Fricsay es modélica, como también lo es su grabación de la Sinfonía del Nuevo Mundo de Dvorak, al frente de la Filarmónica de Berlín (de 1960 y sigue siendo la que más me satisface).
ResponderEliminarPor cierto, amiga Lola, mi contribución sobre la música de los ríos:
http://medymel.blogspot.com/2009/05/musica-y-naturaleza-las-melodias.html
Un melódico y fluvial salud
Ha sido una experiencia deliciosa surcar las aguas del Moldava, embarcado en la nave de tus palabras, Lola MU, mientras fluye la música de Smetana.
ResponderEliminarGracias, y un río de besos.
Querida Lola MU:
ResponderEliminarCómo disfruto este espacio. La selección que nos regalas es una maravilla y se aprecia mejor (como cuando asistes a la sala de conciertos y te topas con un buen programa de mano) gracias a la información y a la forma en que la expones.
Me encantaron el video y las fotografías.
Va un cariñoso abrazo.
¡Una melodía preciosa!El vídeo es una maravilla: me encantan los directores que derrochan pasión. Como dice el refrán, "algo tendrá el agua cuando la bendicen". En este caso, la música está presente en el Moldava y en cualquier calle de la ciudad. Muy ineteresantes tus explicaciones: los profanos aprendemos mucho. Un beso.
ResponderEliminarEstoy segura de que la escuchaste, Enrique; ¡qué envidia! Es curioso cómo las melodías llegan a nosotros o cómo quizás las buscamnos queriendo escucharlas, asociadas a lugares o no; con frecuencia nos asaltan incluso por sorpresa y casi siempre gratamente...La magia de la música a la que tantas veces nos hemos referido.
ResponderEliminarMuchos besos, mi melómano torero.
Gracias, José Manuel, por tu preciosa contribución; me avergüenza no haber tenido el detalle de comprobar primero tus publicaciones y enlazarlas aunque te diré, en mi descargo, que suelo ir acelerada, sobre todo en época de evaluaciones como esta. Quizás te suceda como a mi, que guardo en la memoria cada compás de las grabaciones que escuchaba cuendo era niña y que siempre han sido un referente y un modelo involuntario, no elegido, pero inevitable.
ResponderEliminarUn bico desde estas modestas ribeiras.
¡Qué poético, Francisco! Muchas gracias.
ResponderEliminarCuando te leo, sabiéndote allá, en tierra de sol, no se que me da que cambiaría rápidamente a Smetana y su Moldava por el Guadalquivir y unas alegrías ....¡llevamos cuatro interminables días de cielos plomizos! (literalmente todo) y la melancolía empieza aperder su encanto.
Muchos besos.
¡María Eugenia! Siempre tan cariñosa y atenta ¡gracias por la comparación, me encanta! Efectivamnete, no era consciente de que me gusta presentar las obras al modo de un programa de mano en el que proporcionar la información justa y necesaria...y con la libertad que ofrecen y permiten estos cibernéticos medios...Lo de las fotos es una afición de madurez; llevo una cámara en el bolso como quien lleva el pañuelo o las gafas, je, je.
ResponderEliminarUn apapacho para mi amiga de allende los mares.
Querida Carlota; también a mi me gusta ver la pasión en la gente que vive lo que hace y que disfruta cuando viaja, como me contáis. Espero poder compartir algún día mis impresiones de la ciudad del Moldava; entre tanto...soñaremos desde aquí con la música evocadora.
ResponderEliminarMuuuuchos besos y buen fin de semana (merecidísimo, por cierto).
¡Qué maravilla! Verdaderamente, se escucha el agua del río. Y dan ganas de ir a conocer Praga. Besos.
ResponderEliminarBiblos: habrá que organizar una visita de urgencia je, je. Por cierto que con tanto río no he dejado de recordar aquel otro río de Renoir del que hablámos en una ocasión.
ResponderEliminarUn beso.
Si es que la cosa fluvial da mucho juego...
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