domingo, 13 de marzo de 2011

ANA MAGDALENA Y UN REGALO MUSICAL

Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid y que muchos nos encontramos estos días inmersos en el Barroco, vamos a asomarnos de nuevo a la obra de Johann Sebastian Bach - esta vez, de la mano de Ana Magdalena, su segunda esposa - y a detenernos un poquito en su persona. Para ello conoceremos la Pequeña crónica, un libro de notas en el que supuestamente la propia Ana Magdalena hace un retrato humano, psicológico y artístico del compositor refiriendose también a sus hijos y a su vida cotidiana.
La primera edición de este libro titulado Pequeña crónica de Ana Magdalena apareció en Alemania en 1925 de forma anónima aunque narrado en primera persona por lo que, durante algún tiempo, se atribuyó a ella la autoría del texto. Más tarde, la musicóloga británica Esther Meynell reconocería ser la verdadera autora.

En este enlace podemos escuchar su lectura ilustrada con la música de Bach y guiada por los comentarios de Gregorio Parra en un precioso programa emitido en Radio Clásica en Junio de 2010.

La crónica fue también llevada al cine (Chronik der Anna Magdalena Bach, Alemania 1968) por los franceses Jean Marie Straub y Danièle Huillet, con el gran Gustav Leonhardt en el papel de Juan Sebastian Bach; la película retrata, como el libro, la lucha cotidiana del compositor por trabajar y por sacar adelante a su familia.

Veamos el inicio de la misma con la interpretación de lo que puede considerarse el más claro antecedente de los conciertos para piano y orquesta; me refiero a la sorprendente, extensa y difícil cadencia (final) del primer movimiento (casi un solo para clave) del Concierto de Brandemburgo nº 5.


Y aquí Ana Magdalena al clave en una escena musical. ...y presumiblemente cotidiana.




Sobre ella - con quien el compositor contrajo matrimonio un año después de la muerte de su primera esposa, María Bárbara - nos dice el traductor y escritor Luis Carlos Gago:

Ana Magdalena Wilcke, una reputada cantante que demostró ser una excelente compañera, tanto del hombre - le daría otros trece hijos - como del músico -a ella le debemos varias de las más bellas copias autógrafas de sus obras.
Y puestos a hablar de dedicación y de dedicatorias solo nos queda volver sobre el Pequeño libro de Anna Magdalena y cumplir lo prometido hace unos meses cuando me permitía compartir con vosotros una mirada al pasado. El mencionado libro consiste en dos cuadernos manuscritos fechados en 1722 y 1725 respectivamente que el compositor regaló a su esposa y en los que incluyó numerosas y variadas piezas: minuetos, marchas, polonesas, arias....


Escuchemos, como entonces, otro minueto, en esta ocasión el famosísimo e interpretadísimo Minueto en sol mayor; lo escucharemos en primer lugar al clave - instrumento original para el que fue compuesto - y luego al piano . He encontrado también una versión orquestal cuya autoría desconozco pero que también incluyo (aunque desvirtúe un poco la sencillez de la obra original). Intentemos "escuchar" su sencilla forma.







Versión orquestal interpretada por Eugene Ormandy y la Orquesta de Filadelfia



Un regalo para todos ¿no?

Fuentes y enlaces de interés:
Luis Carlos Gago, Bach. Ed. Alianza cien
Hislibris
Miradas de cine

E
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13 comentarios:

  1. Muchas gracias por este precioso regalo, Lola MU.
    El gran Bach no sólo fue fecundo como músico... Dudo que otro genio como él haya tenido veinte hijos, y pienso que los méritos de Ana Magdalena, como compañera y madre de trece de ellos, son inconmensurables. ¡Admirable señora!
    Un beso.

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  2. LolaMU:
    Creo que Bach es uno de esos que no tecansarías nunca de escucharlo y que tiene respuestas para todos los estados de ánimo, aunque ninguno te levanta el espíritu tanto como los conciertos de Brandenburgo.
    Besos

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  3. Fecundidad al cuadrado, que dirían mis alumnos, Francisco; gracias a ti por tu comentario (intuyo que andas más que ocupado ultimamente); me encanta saber que sigues ahí, al tanto de lo que se cuece por aquí.
    Un beso.

    PD: espero leerte pronto.

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  4. Como habrás visto, Enrique, tampoco yo me canso de Bach (no me había dado ni cuenta de cuántas entradas le he dedicado). Si señor; qué bien has explicado el efecto que producen los conciertos de Brandenburgo, ¡lo mejor para levantar el espíritu!
    Muchas gracias y muchos besos.

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  5. Siempre me he preguntado de dónde sacaría tiempo don Johann Sebastian, que no paraba de componer, para dedicarlo a otros menesteres. La capacidad de concentración del maravilloso músico debía se total. En todos los sentidos...
    Un bachiano bico, melódica Lola.

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  6. Qué interesantes son estas vidas, cuánto se aprende. Me encantan, como al torero, los conciertos de Brandenburgo, y ese casi solo de clave es impresionante. De las tres versiones del minueto, me quedo con la primera. Está muy bien que recojas al final todo lo que has escrito sobre Bach, me ha encantado recordar "el café". Besos.

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  7. Olvidábaseme decir que el enlace del café te lleva a "Air". Chau.

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  8. Me ha sorprendido todo lo que cuentas de A.Magdalena (independientemente de la música o la Hª...),me gusta humanizar sus protagonistas...Me encanta la entrada de F.Doña y como dice C.Bloom ¿Qué vidas tan interesantes! Seguimos aprendiendo tanto,tanto contigo..besitos

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  9. Seguro que sí, José Manuel; capacidad de concentración, de diversificación...Da la sensación de que aquellos días de entonces eran más largos, o quizás sea que otros no sabemos sacarle partido al tiempo de igual manera; hacer muchas cosas y además, muchas de ellas, bien hechas...¡que envidia!
    Bicos, doctor.

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  10. El solo, Carlota, es "duro de pelar" para el que lo toca y para el que lo escucha así que alabo muchíííísimo tu gusto. Sobre el minueto te diré que el clave es el sonido del barroco y en él Bach suena muy auténtico (además reduce el sabor a "lección de primer curso de piano" je, je). Enlazar las entradas ha sido (suele ser) una estrategia dirigida a los alumnos ¡así "pueden" verlas todas sin excusa!

    (cuántas comillas ¿no?)
    Besitos

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  11. También yo creo, M.J.Rizos, que el lado humano, aunque en algunos casos decepcione , siempre es interesante y con frecuencia ayuda a comprender la obra o las actuaciones de los protagonistas, (además de ser un recurso a la hora de atraer la atención de los alumnos ¿verdad?)
    Biquiños.

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  12. Muchas gracias, Lola. Es precioso. Yo tampoco me canso de Bach (el que nunca(!?) sufrió) ni de los Conciertos de Brandemburgo. Para que no se diga (aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid y que el próximo lunes celebramos el Día de la Poesía) yo también te voy a dejar un regalo. Espero que te guste. Besos.

    BAILE A BORDO

    Juan Sebastián (Bach, naturalmente)
    y Mahalia (Jackson, claro) concelebran
    su rito, río que se desplaza inmóvil
    hacia la mar, que es el morir.
    Juan Sebastián, con sus dedos de viento o tiempo,
    arranca sones húmedos al teclado del Hudson.
    Y los tubos del órgano
    -casas de cuarenta pisos, servidumbre de color-
    los agrandan, amueblan el espacio,
    suben interminables y paralelos
    hasta el umbral de las estrellas
    agazapadas en la bruma.

    ¿Quién habrá convocado a esta hora,
    en este espacio navegante
    al que ha llegado de Alemania
    en su nave bien temperada,
    el que aherrojó su sufrimiento
    en las mazmorras de la matemática
    y a la africana esclava
    en cuya sangre se disuelve
    el gemido de los azotados,
    encadenados, des-selvados,
    hacinados en las sentinas tórridas
    de los barcos de asfixia, vómito, látigo,
    sobre las olas repetidas y sobrecogedoras,
    hasta aportar a los algodonales
    del doloroso y hondo Sur!

    Las barras del compás, la norma, el orden,
    las herramientas de quién nunca sufrió
    (¡como si alguien pudiese no haber sufrido nunca!)
    o que disciplinó su sufrimiento,
    lo domó, lo embridó
    en las rejas del pentagrama,
    y la vaharada de león y buitre,
    de flores podridas y de insectos feroces,
    la síncopa, el jadeo, la agonía del swing,
    y los gritos no temperados,
    el ritmo libre como el oleaje,
    se han dado cita aquí, esta tarde,
    en los ríos que ciñen la ciudad,
    órgano, selva de metal y luz y escalofrío
    y de deslumbramiento, y de nostalgia futura,
    porque mañana ya será otro día.

    Los pasajeros de la embarcación,
    -veinte dolares, cena y baile incluidos-,
    charlan, ríen, beben y cantan.
    Algunos contemplamos el prodigio.
    (Majestuosas, las gaviotasacompañan a los viajeros.
    Casi nadie lo advierte.)
    Y de pronto, sobre el preludio
    filtrado por los siglos que el viejo Bach desgrana,
    vuelan los alaridos de una fiera,
    pura naturaleza ajena al tiempo:
    Canta Mahalia, subrayando, contradiciendo,
    complementando con su sufrimiento
    a Juan Sebastián Bach, el que nunca sufrió.
    El friso de Nueva York majestuoso y geométrico
    es ahora jungla.
    Se retuercenlos bloques impasibles, lo mismo que serpientes,
    me rodean, me envuelven; nos envuelven.
    Tomo en mis brazos a la desconocida.
    Mañana habremos vuelto cada uno a su tierra.
    Pero ahora giramos, arrebatados por la música,
    lloramos sobre el hombro de Mahalia
    y sobre la empolvada peluca de Juan Sebastián
    una música irrepetible, porque antes no existía.
    Alrededor, gira la ciudad, irrepetible,
    giramos y giramos hasta morir,
    porque por fin nos hemos descubierto.

    José Hierro, Cuaderno de Nueva York, 1998.

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  13. Adoro los regalos, Biblos; me encanta tanto hacerlos como recibirlos; este tuyo me ha dejado sin palabras. Recuerdo el poema de José Hierro sobre Brahms y Clara Schumann que también dejaste aquí; aquel lo conocía pero este no. Es maravilloso el poema y maravilloso encontrármelo ahora aquí, inesperado y perfecto. Está claro que José Hierro poseía un exquisito gusto musical además del don de la palabra al igual que tú pareces poseer el de la oportunidad y el acierto.
    Realidades y ficciones irrepetibles...o infinitas, según se mire; espero que ésta perdure, al menos en apariencia, aunque sea virtual.
    Muchísimas gracias por este baile que ha inundado de belleza nuestra nave.

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